UN CAPITÁN EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

Terminantemente, Tolo Plaza es un jugador distinto. Lo es en el más amplio sentido demostrativo.

Por su fútbol, por sus silencios, por su goles, marca las diferencias en su equipo. También con su conducta dentro y fuera del campo, que poco tiene que ver con las direcciones que se entienden como naturales entre los jugadores que crecen en el fútbol.

No habla apenas fuera del estadio, ni una palabra, es atento con la prensa, no le huye como si fuera la corrupción, hasta firma autógrafos a los aficionados con los que trata las propias inquietudes del equipo.


Así desde el pitido inicial y conocido su fichaje, se sabe casi todo de él.
Cómo vive, qué piensa, qué quiere, qué ve. Se le conoce su actitud sobre la cancha, que entra dentro de las medidas pocos comunes. Ni siquiera ahí conversa, apenas discute. Solo se expresa con el balón en los pies.

El “Capi” está sacando en su primera temporada con la A. D. Adra, su talento matador y que la grada le entiende de manera positivista. Es, pese a su demarcación, puro gol, aunque en el equipo abderitano se le esté apreciando por otras cosas. Así que no extraña, quizá sorprende. Sobre todo gusta, al desconocer el propio aficionado, ese futbol que asoma desde su propio balcón defensivo.


De Tolo Plaza, se podrían decir muchas cosas, es un animal en peligro de extinción y que le ha dado un nombre en letras mayúsculas, a este nuevo Adra, por eso marca las diferencias, tratando de mejorar al equipo de manera definitiva.

Es el capitán, condición natural, hábitat único. Por sus movimientos, su facilidad para hacer el repaso correcto a los partidos y sus momentos, o la sabiduría de las propias de cada compañero, al “capi” se le valora por el juego que es capaz de forjar alrededor de su figura.

Su fútbol ayuda mucho a este Adra en construcción. Sus goles son vida en un equipo desahuciado y divorciado con una grada asqueada tiempo atrás.
Del "Reino Plaza", sobre todo, vivió el domingo el Adra. De él, pese a que nadó hasta ahogarse en la orilla en busca del triunfo frente al Carboneras el pasado domingo, dejó la imagen del día.


Se quedó solo, cabizbajo, flexionando las rodillas ante la incomprension de un partido perdido y capaz, si lo fuera de nuevo, de pelear otro balón más con todo el bravo equipo carbonero. Miró a la grada con mirada triste, como si hubiera perdido a un ser querido y al que se le escapó en los minutos finales.

Perdonó con su mirada todos los pecados capitales cometidos. Sí, Tolo Plaza hizo lo que ya avisó desde el primer día, defender con uñas y dientes, todo lo que lleva. Ahí también se gana gran parte de ese buen gusto extraño pese a las derrotas. Bravo “Capi” .