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martes, 9 de febrero de 2010

SAN VALENTÍN PEREGRINA POR MIRAMAR

Miramar rejuveneció a su equipo de toda la vida. Un grupo muy comprometido, de orden sencillo y una idea reconocible por la total causa.

La Agrupación Deportiva Adra sigue existiendo, está ahí, el domingo volvió. Así, de golpe. Tampoco hay que entender que ha sido capaz de reinventarse en apenas tres semanas y que ahora volverá a ser aquel asombroso que conquistó la alegría de la grada. Es, de momento, un proyecto de la nada, una idea futbolística en construcción.


Poco tiene que ver, desde luego, con el de los últimos meses, ni siquiera con el de los dos años pasados. Es un equipo normal, reconocible, un Adra que se parece a lo que es y se espera de él, como cualquiera de los últimos treinta y cinco años, capaz de mostrar un buen fútbol aunque sea a ratos, de concebir el juego con claridad y naturalidad.

Un Adra con fe, corazón, sentimiento y sufrimiento, un conjunto que su afición puede defender con orgullo. Ciertamente, un símbolo con el que se identifica, aunque le presencie desde la muralla.


No es para menos, este Adra que resucitó en un vibrante cuarto de hora en Miramar frente al Vélez C. de F. y que el domingo fue capaz de elevar el vuelo por encima del heroico C. D. Vera, volvió a ser un equipo, a comportarse como tal, a sentirse fuerte, a responder a las confianzas y reivindicaciones que se le suponen por camiseta y escudo.

Es como si, de un día para otro, hubiera vuelto el orden nativo de las cosas. Un talante lógico, un fútbol admisible y para nada de simulacro. Lo de toda la vida, vamos. Lo que Miramar premia porque lo deduce y lo afirma. Buena parte del cambio hay que atribuírsela a Manolo Soler, técnico de grandes doctrinas futbolísticas, de buenas delicias, que desde el primer día supo llevar la situación con entereza y, sobre todo, con sinceridad.


El técnico creyó y crée que este Adra es muy competente de jugar de otra manera, al menos de intentar jugar, que los jugadores irían acrecentando su rendimiento y que la afición se engancharía. Tenía razón. Así, desde el pozo de las sentinas, se crea el calor.

Para empezar porque se promueven y rescatan los lazos de alianza con la grada que otros habían impuesto en quebrar, cortar y descomponer con insistencia, tinieblas e ignorancia. Así se dibuja también un expectante futuro mediante un progreso natural de los organismos. Y a todo ello, unos jugadores envueltos, equilibrados, conscientes de su deber en Miramar que han dado sentido a este equipo de remiendos, pero cosido con naturalidad, de forma espléndida y consciente.


La Agrupación Deportiva Adra vuelve a su ser, es para aclamarlo. Solo falta que no regrese al deterioro, el amor de la afición por su equipo es enorme, está enamorada y el domingo es San Valentín, un dia tan rojizo como la camiseta de quienes la defienden en la actualidad.

1 comentario:

  1. veinte mil vistitas no esta nada mal
    FELICIDADES TE LO CURRAS MUYYYYYYYYYYYYY BIEN

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